REFLEXIÓN NAVIDEÑA (Un mensaje de salvación)


REFLEXIÓN NAVIDEÑA

(Un mensaje de salvación)

Vía: http://www.alfayomega.es/42794/es-cristiano-poner-el-arbol-y-las-luces-en-navidad 

Desde el frío, los villancicos, las luces de colores, los dulces, las esferas, los regalos y toda la comida que abunda, queda claro que la navidad se encuentra a la vuelta de la esquina. En la televisión sobran las películas que se ofertan alusivas a estas fechas, muchas, sobre todo las producidas por nuestro vecino del norte, tienen como mensaje central que el verdadero significado de la navidad es el amor y el compañerismo que encontramos en familiares y amigos.

Pero más allá de lo que encontramos en el ambiente o del mensaje que abunda en los medios masivos de comunicación, es importante señalar algunos puntos bíblicos entorno a esta festividad, pues el mensaje navideño tradicional, por muy positivo que parezca cada vez se va alejando más de las bases doctrinales del cristianismo (si es que alguna vez las tuvo), por eso con este texto se busca reflexionar sobre el significado que la navidad debe tener, por lo menos para los cristianos.

La palabra navidad viene derivada del latín y significa natividad porque tiene como motivo conmemorar el nacimiento de Jesús el Salvador. Aunque históricamente no se sabe la fecha exacta de su nacimiento y es verdad que la festividad como tal tiene orígenes paganos, también es un hecho que los cristianos la adoptaron para recordar la llegada del Salvador al mundo, por lo tanto, por lo menos para los creyentes, la festividad debería girar entorno a este motivo y no a otros.

“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mateo 1:21)

Sin importar la precisión histórica (para no entrar en debates infructuosos sobre la fecha exacta del nacimiento del Salvador), lo importante es conmemorar que Jesús vino al mundo a salvarnos, así lo recordemos el 25 de diciembre o en cualquier otra fecha del año. Pero por qué no, aprovechar el tren de estas festividades y hacer un alto sincero para recordar que Dios nos amó tanto, que mandó a su hijo al mundo para salvación.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

Realmente estamos celebrando la mayor muestra de amor que Dios ha tenido con la humanidad, lo cual no es para menos y definitivamente no debe pasar desapercibido, más que los regalos, más que la cena, más que el estar con la familia, como creyentes debemos festejar que se nos dio la oportunidad de reconciliarnos con Dios para pasar el resto de nuestra existencia a su lado.

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isaías 7:14)

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” (Isaías 9:6)

Estamos ante la conmemoración de uno de los más grandes milagros de la historia. La concepción virginal de Jesús, del mismo Dios hecho carne que más que ser el niño dios, creció para llevar un nombre revestido de la máxima autoridad y gloria que se haya escuchado sobre toda la tierra. No es que esté mal pensar que Dios fue niño, pero no se quedó así, después de haber sido encarnado y nacido de la virgen María, se desarrolló como hombre para dar su vida en rescate de muchos y ser exaltado hasta lo sumo, llevando un nombre que es sobre todo nombre.

“el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:6-11)

Que la navidad sea una fecha para estar con la familia, para disfrutar de la compañía y el amor de nuestros seres queridos, para sentirnos amados y dar amor, para disfrutar de la comida y de los regalos, pero sobre todo, que sea para invocar el nombre que es sobre todo nombre ante el cual se sujeta todo lo que existe en el cielo, en la tierra y debajo de ella, que la navidad también nos sirva para que nuestras lenguas confiesen que Jesucristo es el Señor para darle la gloria a Dios nuestro Padre, que la navidad sea un motivo más para extender el mensaje de la salvación.

Mary Carmen Olague


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