REFLEXIÓN NAVIDEÑA (Un mensaje de salvación)
REFLEXIÓN NAVIDEÑA
(Un mensaje de salvación)
Desde el frío, los villancicos, las luces
de colores, los dulces, las esferas, los regalos y toda la comida que abunda, queda
claro que la navidad se encuentra a la vuelta de la esquina. En la televisión sobran las películas que se ofertan alusivas a
estas fechas, muchas, sobre todo las producidas por nuestro vecino del norte,
tienen como mensaje central que el verdadero significado de la navidad es el amor
y el compañerismo que encontramos en familiares y amigos.
Pero más allá de lo que encontramos en el
ambiente o del mensaje que abunda en los medios masivos de comunicación, es importante señalar algunos puntos bíblicos entorno a esta festividad,
pues el mensaje navideño tradicional, por muy positivo que parezca cada vez se
va alejando más de las bases doctrinales del cristianismo (si es que alguna vez
las tuvo), por eso con este texto se busca reflexionar sobre el significado que la navidad debe tener, por lo menos para los cristianos.
La palabra navidad viene derivada del latín
y significa natividad porque tiene como motivo conmemorar el nacimiento de Jesús el Salvador. Aunque
históricamente no se sabe la fecha exacta de su nacimiento y es verdad que la
festividad como tal tiene orígenes paganos, también es un hecho que los
cristianos la adoptaron para recordar la llegada del Salvador al mundo, por
lo tanto, por lo menos para los creyentes, la festividad debería girar entorno
a este motivo y no a otros.
“Y
dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a
su pueblo de sus pecados.” (Mateo 1:21)
Sin importar la precisión histórica (para
no entrar en debates infructuosos sobre la fecha exacta del nacimiento del Salvador), lo
importante es conmemorar que Jesús vino al mundo a salvarnos, así lo recordemos el
25 de diciembre o en cualquier otra fecha del año. Pero por qué no, aprovechar
el tren de estas festividades y hacer un alto sincero para recordar que Dios
nos amó tanto, que mandó a su hijo al mundo para salvación.
“Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna.” (Juan 3:16)
Realmente estamos celebrando la mayor
muestra de amor que Dios ha tenido con la humanidad, lo cual no es para menos y
definitivamente no debe pasar desapercibido, más que los regalos, más que la cena,
más que el estar con la familia, como creyentes debemos festejar que se nos dio
la oportunidad de reconciliarnos con Dios para pasar el resto de nuestra
existencia a su lado.
“Por
tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a
luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isaías 7:14)
“Porque
un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se
llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de
Paz.” (Isaías 9:6)
Estamos ante la conmemoración de uno de
los más grandes milagros de la historia. La concepción virginal de Jesús, del
mismo Dios hecho carne que más que ser el niño dios, creció para llevar un nombre revestido
de la máxima autoridad y gloria que se haya escuchado sobre toda la tierra. No
es que esté mal pensar que Dios fue niño, pero no se quedó así, después de haber sido encarnado y
nacido de la virgen María, se desarrolló como hombre para dar su vida en
rescate de muchos y ser exaltado hasta lo sumo, llevando un nombre que es sobre
todo nombre.
“el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a
sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual
Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:6-11)
Que la navidad sea una fecha para estar
con la familia, para disfrutar de la compañía y el amor de nuestros seres
queridos, para sentirnos amados y dar amor, para disfrutar de la comida y de
los regalos, pero sobre todo, que sea para invocar el nombre que es sobre todo
nombre ante el cual se sujeta todo lo que existe en el cielo, en la tierra y debajo
de ella, que la navidad también nos sirva para que nuestras lenguas confiesen
que Jesucristo es el Señor para darle la gloria a Dios nuestro Padre, que la navidad sea un motivo más para extender el mensaje de la salvación.
Mary Carmen Olague
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