DE LA CONFESIÓN POSITIVA A LA CONFESIÓN BÍBLICA

DE LA CONFESIÓN POSITIVA A LA CONFESIÓN BÍBLICA 




Por experiencia, sé que la oración en el nombre de Jesús es poderosa, que se nos ha dado autoridad en ese nombre para vencer (Juan 14:12-14; Marcos 16:17-18), que se nos hizo reyes y sacerdotes (Apocalipsis 1:6) con una autoridad espiritual y qué hay mucho poder cuando se tiene fe (Mateo 21:18-22). Sin embargo, estos principios bíblicos, pueden mezclarse y confundirse simplemente con la confesión positiva.


La confesión positiva es una idea o doctrina que sugiere que aquello que decimos o confesamos con nuestra boca tiene un efecto en el mundo material. Esta idea, no está del todo equivocada, pues efectivamente aquello que hablamos continuamente nos condiciona y predispone hacia ello. Hay varios proverbios que lo sostienen...


“Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; Se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.”

Proverbios 18:20-21


“El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; Y le será pagado según la obra de sus manos.”

Proverbios 12:14 


“Del fruto de su boca el hombre comerá el bien; Mas el alma de los prevaricadores hallará el mal. El que guarda su boca guarda su alma; Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.”

Proverbios 13:2-3


Estos proverbios nos enseñan qué hay una correspondencia entre lo que hablamos y lo que vivimos. Así como Dios creó el universo y el mundo entero a través de la palabra, nosotros también podemos crear con ella. Por ejemplo, en las relaciones interpersonales las palabras juegan un papel fundamental en su construcción o en su destrucción. Baste con decir las palabras incorrectas para que una relación de años se destruya.


Esta idea puede aplicarse en el sentido contrario, la confesión negativa puede llevarnos por un mal camino. Recuerdo que justo el año pasado, un conocido mío decía que prefería morir antes que visitar la sala de urgencias de un hospital. Para mi gran asombro, no pasó más de un mes y esa persona estaba siendo hospitalizada de gravedad. Porque definitivamente, cuando hablamos mal para nosotros, le damos cabida al enemigo para actuar sobre nuestras vidas.


Sin embargo, creo que la confesión positiva no lo es todo. Por una lado, muchos la practican sin ser cristianos, de ahí el peligro que quiero señalar. Hay diversas doctrinas y filosofías que se mueven por este principio y no tienen a Cristo en el centro. Mientras que por el otro lado, se puede practicar siendo creyente sin tener a Dios y su palabra como eje central. Por ello quiero cambiar el enfoque de la confesión positiva a la confesión bíblica.


“El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.”

S. Juan 6:63


Sí, las palabras tienen un efecto en el mundo natural, pero ninguna palabra humana tiene el poder de Dios. Sus palabras son las únicas que son espíritu y vida. Por ello si, más allá de dejar modificar las confesiones negativas por positivas,  mejor cambiamos las malas palabras por la Palabra de Dios, el efecto será mucho mayor.


“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.”

Isaías 55:10-11


Dios prometió que todas sus palabras serán prosperadas en aquello para lo que fueron enviadas. La Palabra de Dios es la única que tiene esa garantía, por eso debemos aferrarnos a ella, porque es nuestro seguro de vida. La confesión positiva se puede hacer aún sin tener presente a Dios en nuestra vidas y corre el riesgo de hacerse en las propias fuerzas, pero la confesión bíblica depende única y exclusivamente del poder de Dios.


El poder verdadero está en decir lo que Dios dice, en hablar lo que él ha dicho, porque jamás se retractará de lo prometido, porque a diferencia del hombre, el ni miente ni se retracta. Todo lo que habló, será ejecutado y hecho (Números 23:19). Nosotros al confesarlo, estamos reconociéndolo y poniéndonos en sintonía con lo que ya ha dicho para que se haga realidad.


Por eso el Padre Nuestro dice “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo” (Mateo 6:10). Se trata de ponernos de acuerdo con la voluntad divina en aquello que estamos orando. Claro, teniendo en cuenta que su voluntad ya quedó expresada en la Biblia, de ahí la importancia de la confesión bíblica. Decir lo que encontramos en ella es ponernos de acuerdo con Dios para establecer su Palabra sobre nuestras vidas.


Sí, hablemos positivo, nada bueno sale con ser pesimistas. Pero, el verdadero poder está en la Palabra de Dios y en el nombre de Jesús, tema que profundizaremos en el próximo artículo.


Mary Carmen Olague





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