ERRORES COLECTIVOS (O cuando la mayoría no tiene la razón)
ERRORES COLECTIVOS
(O cuando la mayoría no tiene la razón)
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En diversas ocasiones me ha tocado
escuchar en las iglesias quejas de los congregantes basadas en frases
como “todos dicen que…” “todos opinamos que…” “todos
pensamos que...” entre otras similares que se justifican en el
aparente número de seguidores de dicha idea. En primer lugar, es
bueno considerar que cuando alguien generaliza diciendo “todos”,
es porque no suele ser así, muchas veces se utilizan este tipo de
frases porque algunos – más no todos – apoyaron dicha idea.
Pero si todos los congregantes de
la iglesia o si todo el grupo de jóvenes se reunieran con una misma
idea para emprender determinada acción o para manifestar una
inconformidad, aun así, esto no es razón suficiente para darle peso.
Desafortunadamente existe la creencia de que una causa o idea es
validad cuando es apoyada por muchos, por eso veamos que nos enseña
la Biblia al respecto.
Hay dos pasajes en la Biblia que son
muy útiles en este tema. El primero de ellos es la historia del
becerro de oro,1
en ella se nos narra que el pueblo de Israel dudo del paradero de
Moisés después de que éste tardó en bajar del Monte Sinaí. Dios
le dijo a Moisés lo que estaba sucediendo para que bajara y confrontar al pueblo, cuando lo hizo, se dio cuenta de que se construyó con la
guía del sacerdote Aarón un becerro de oro al cual adoraban. El
pueblo fue reprendido por Moisés por construir ídolos e incluso
algunos murieron al final de esta historia.
De ella podemos aprender algunos
elementos importantes. El primero es que, aunque mucha gente se junte
con la misma idea, eso no significa que tengan la razón. Cuando
Moisés reprendió a Aarón por la hechura del ídolo, el sacerdote
se justificó diciendo: “Ellos me dijeron: Haz unos dioses
que nos vayan abriendo el paso”2
De lo que podemos aprender el siguiente punto, que muchos lo digan o que muchos estén de acuerdo, no significa que sea correcto.
Por su puesto que este tipo de actos
no se hacen con malas intenciones, en algún punto de la historia
podemos leer que Aarón dijo “¡Mañana celebraremos una fiesta en
honor al Señor!”3
Si leemos esta afirmación descontextualizada del resto de la
historia puede parecer que Aarón no hizo nada malo pues solo quería
ofrecer una fiesta para Dios, lo que nos da la segunda lección al
respecto, las buenas intenciones no siempre derivan en buenas
acciones.
La segunda historia que también es
sumamente útil para enseñarnos las posibilidades de equivocarnos en
colectivo es la misma crucifixión de Jesús. Cuando fue llevado ante
Pilato y éste no supo cómo resolver la situación, se le hizo muy
conveniente usar la costumbre previa a las fiestas de soltar a un
criminal elegido por el pueblo. Así que el pueblo pudo decidir si
soltaban a Jesús o al criminal llamado Barrabás: “El gobernador
les preguntó: ‘¿A cuál de los dos quieren que les suelte?’ Y
ellos dijeron: ‘¡A Barrabás!’”4
Ahora que conocemos las escrituras
sabemos que la muerte de Jesús era necesaria para la redención de
la humanidad, pues Dios mismo ofreció a su hijo en rescate por
nosotros. Sin embargo, en el contexto de esta historia, la gente no
escogió que Barrabás fuera liberado porque estuviera consciente de
la obra redentora que Jesús estaba por llevar, crucificaron a Jesús
porque no le conocían, porque de haberlo sabido nunca hubieran
crucificado al Señor de la gloria.5
Así que Barrabás fue escogido por el pueblo debido a su ignorancia.
Como líder dentro de una congregación puede ser muy seductor el convertirse en la voz del pueblo, es agradable ser elegido unánimemente para emprender determinada actividad o para presentar una queja ante el pastor, con lo anterior no estoy diciendo que es imposible que nuestros líderes se equivoquen y que debemos seguirlos a ciegas, eso es harina de otro costal y tema para otro texto, pero lo que sí quiero dejar claro, es que muchas personas reunidas en torno a la misma idea no hace que estas tengan la razón. Basta analizar la historia para ver cuántos homicidios y barbaridades han sido cometidas en el nombre de Dios porque muchos han estado de acuerdo con ellas.
Como líder dentro de una congregación puede ser muy seductor el convertirse en la voz del pueblo, es agradable ser elegido unánimemente para emprender determinada actividad o para presentar una queja ante el pastor, con lo anterior no estoy diciendo que es imposible que nuestros líderes se equivoquen y que debemos seguirlos a ciegas, eso es harina de otro costal y tema para otro texto, pero lo que sí quiero dejar claro, es que muchas personas reunidas en torno a la misma idea no hace que estas tengan la razón. Basta analizar la historia para ver cuántos homicidios y barbaridades han sido cometidas en el nombre de Dios porque muchos han estado de acuerdo con ellas.
Entonces, a ti líder o pastor, te
recuerdo que no has sido llamado a ser la voz del pueblo, sino a ser
la voz de Dios para el pueblo. A ti, congregante, te digo que estás
en todo tu derecho de inconformarte con algo o alguien o de proponer
ideas, pero que alguien te apoye, no necesariamente quiere decir que
sea las correctas. Por eso es que todos, tanto líderes como
congregantes estamos llamados a llevar todo pensamiento cautivo a la
obediencia a Cristo,6
porque debe ser la Palabra de Dios la que nos guíe y no la opinión
de “todos”.
1 Éxodo
32
2 Éxodo
32:23 RVC
3 Éxodo
32: 5 RVC
4 Mateo
27:21 RVC
5 1
Corintios 2:8
6 2
Corintios 10:5
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