UNIDAD
UNIDAD
![]() |
Imagen: png.tree |
Para que todos sean uno; como tú oh
Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros;
para que el mundo crea que tú me enviaste.
Juan 17:21 RV1960
Si queremos aprender de unidad,
forzosamente debemos estudiar la oración que hizo Jesús por sus
discípulos1 antes de ser ejecutado. Este pasaje ha logrado conservarse a
través del tiempo como uno de mis favoritos por múltiples razones,
una de ellas es, por saber que no solo oró por ellos sino que también estaba orando
por ti y por mí.2
¿Qué oró Jesús por nosotros? Vida eterna, la
cual consiste en conocer al Padre, oró sobre la necesidad de ser
guardados del mal en nuestro paso por el mundo, pero sobre todo, oró por unidad, para que todos fuéramos uno.
Después de leer una vez más esta oración, me doy cuenta que más allá de establecer afirmaciones, me formulé varias preguntas que pueden llevar al creyente a la meditación de la palabra.
Muchas de ellas serán fáciles de responder y otras, seguramente
requerirán horas o hasta días para ser resueltas, pero tengo la seguridad que de alguna manera podrán llevarnos a meditar la palabra como le fue
propuesto a Josué, de día y de noche para ponerla por obra y ver
resultados.3
De acuerdo al pasaje con el que
abrimos, Jesús oró para que fuéramos uno, de la misma forma en que
él y el Padre son uno mismo con un propósito: que el mundo creyera
que Jesús es el hijo de Dios y que fue enviado por el Padre para morir y resucitar por nuestros pecados. Haciendo a la
unidad de la iglesia determinante en la labor evangelizadora. Pues
será muy difícil convencer a los incrédulos de la veracidad de
nuestro mensaje si entre nosotros existen divisiones y contiendas.
Justo aquí es donde se viene el alud
de preguntas que en algún momento será necesario resolver, la
primera es ¿si como creyente estoy
contribuyendo a la unidad del cuerpo de Cristo o si en lugar de eso,
he sido causa de división? Definitivamente la división es más
sencilla que la unidad, es más fácil criticar a los hermanos, a los
líderes o al pastor de la iglesia donde me congrego (porque de
acuerdo a mi juicio están equivocados) que bendecirlos. Por eso es importante que cuando llegue a estar inconforme tenga el
valor de hablarlo con la persona indicada en vez de
murmurar para no generar división.
En otras ocasiones, ni siquiera será necesario hacerlo, pues Dios
nos enseña a llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a
Cristo,4
de esa forma, nuestras inconformidades pasarán por el filtro de
la Palabra de Dios, y muchas veces nos daremos cuenta que quien debe cambiar soy yo y no el otro.
La escala de la división crece cuando
se confronta la doctrina enseñada entre una iglesia y otra. Todos
creemos ser poseedores de la verdad absoluta, todos creemos tener
siempre la razón, haciendo que se critique a la ligera a otros por
no llevar la misma doctrina a la nuestra. Al respecto el apóstol
Pablo enseñó que la Palabra de Dios no debe ser usada para
contender5
y que las discusiones en torno a esto en nada aprovechan.6
Aquí es necesario hacer otro alto para preguntarnos ¿cuántas veces
hemos participado en discusiones aparentemente bíblicas que no han sido de
provecho, que no han edificado a nadie, y que, por el contrario, sí
han servido para causar división entre los hermanos? Debemos aceptar
que somos un cuerpo con distintas funciones y que seguramente, de
acuerdo a ellas, habrá diferencias doctrinales que el Espíritu
Santo trate con cada parte del cuerpo de acuerdo a sus funciones y
propósitos específicos. Pero eso, ya no nos corresponde juzgarlo.
Aun teniendo la disposición, muchas
veces no se sabe por dónde empezar, aquí es natural preguntarse
¿cómo puedo ser uno con mis hermanos? El mismo pasaje con el que
iniciamos nos da la clave, siendo uno con Jesús y el Padre. En la
medida que seamos conscientes de la unión indisoluble que tenemos
con Dios es que seremos capaces de manifestarla con los demás
hermanos en Cristo, pero me será imposible evidenciarla si no
conozco bien a mi Padre, por eso es necesario el tiempo de intimidad con él a través de la oración, la lectura, meditación
y comprensión de su palabra.
De acuerdo a esta oración, la misma
gloria que Dios le dio a Jesús ahora está en nuestras manos para
ser perfectos en unidad y que así el mundo pueda creer que él fue enviado.7
La comisión está dada, las herramientas ya nos pertenecen, solo es
cuestión de trabajar en fe, seguros en de la veracidad de su palabra.8
Cerraré este texto con varias preguntas que espero lleven a
una meditación profunda sobre el tema: ¿Qué nos impide mostrar la
unidad con el Padre y como cuerpo? ¿De cuántas formas puedo
manifestar la unidad como parte del cuerpo de Cristo? ¿He sido
estorbo para que otros crean que Jesús es el hijo de Dios? Y por último ¿Qué significa ser uno con los hermanos?
Mary Carmen Olague
1 Juan
17
2 Juan
17:20
3 Josué
1:8
4 2
Corintios 10:5
5 2
Timoteo 2:14
6 Tito
3:9
7 Juan
17:22-23
8 Juan
17:17
Comentarios
Publicar un comentario