DONES IRREVOCABLES
DONES IRREVOCABLES
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"Aviva el fuego del don de Dios que está en ti" |
En ocasiones, el llamado de Dios puede venir
acompañado de grandes señales, ceremonias rimbombantes o grandilocuentes discursos,
pero en otros casos —que supongo son mayoría— el llamado inicia casi como un
susurro, a través de una delicada voz que nos llama desde el interior, que nos
da ideas, sueños, visiones o impulsos para servir.
Este es un buen momento para recordar que
todos tenemos un espacio y una forma para servir a Dios, ya sea a través de uno
de los cinco ministerios: apóstol, profeta, evangelista, pastor o maestro;[1] por medio de los dones del
Espíritu Santo: palabra de sabiduría, palabra de ciencia, fe, dones de
sanidades, hacer milagros, profecía, discernimiento de espíritu, diversos
géneros de lengua, interpretación de lengua[2] o en el ministerio de la
reconciliación del que todos formamos parte.[3]
No hay exclusión. Todos tenemos cabida en
el gran cuerpo de Cristo en distintas funciones,[4] sin que ninguna sea más
importante o necesaria que las otras porque en las diferencias nos complementamos.
El Espíritu Santo puede llamarnos incluso, a ejercer de formas muy particulares —hasta poco convencionales— con el fin de iniciar nuevas formas de
evangelismo, de enseñanza de la palabra o para darle un cántico nuevo.
Desafortunadamente, la culpa y la condenación
no dejan a muchos que se alejaron volver al camino. Seguramente habrá quienes deseen traer de vuelta sus talentos al servicio de Dios pero los errores acumulados con el tiempo parecen más potentes que el llamado del Señor. No es así:
“Porque
irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29)
La gracia de Dios es infinita porque sus
misericordias son nuevas cada mañana,[5] todos los días existe la posibilidad
de un nuevo comienzo, las puertas no han sido selladas ni los caminos cerrados,
siempre hay forma de volver a casa a los brazos de papá. Es cuestión de decidir, depende de nosotros no descuidar del don que nos ha sido dado,[6] porque somos los únicos
capaces de hacerlo crecer o de sabotearlo:
“Por
lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la
imposición de mis manos” (2 Timoteo 1:6)
¡Aviva el fuego! Deja que esa pequeña llama
que se puso en tu interior crezca desmedidamente para que puedas mostrar al
Cristo que te habita, para que por medio de los dones y los talentos que te fueron
dados hagas evidente el poder del Espíritu Santo. Aprovecha los dones,[7] sirve a otros y siéntete
realizado.
Los dones y el llamamiento que Dios te ha
dado son irrevocables, él se mantiene fiel a su palabra, él cumple, pues Dios no miente ni se arrepiente,[8] mucho menos, lo dedos
acusadores y las lenguas mentirosas podrán acabar con lo que Dios ha puesto en
ti. Decide comenzar, así se trate de la primera vez o se trate de la cincuenta,
nunca es tarde para servir de Dios.
Mary Carmen Olague
[1] Efesios 4:11
[2] 1 Corintios 12: 8-10
[3] 2 Corintios 5: 11-21
[4] 1 Corintios 12:12-27
[5] Lamentaciones 3:22-23
[6] 1 Timoteo 4:14
[7] 1 Corintios 12:7
[8] Números 23:19
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