EL DON DE LA JUSTICIA (Un regalo de Dios)
EL DON DE LA JUSTICIA
(Un regalo de Dios)
Y
con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente
el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a
causa de muchas transgresiones para justificación. Pues si por la transgresión
de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo,
Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la
justicia. Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a
todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los
hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia
de uno, los muchos serán constituidos justos.
(Romanos
5:16-19)
Entender el concepto de justicia desde el
punto de vista bíblico no es sencillo, sobre todo cuando está mediado por nuestras
ideas culturales. Generalmente se concibe como justo aquello que se acerca a lo
igualitario o equitativo, por ejemplo, cuando se están repartiendo dulces a
todos los niños de un salón y se excluye la entrega a alguno sin justificación
de por medio podríamos calificar la situación como injusta.
Debemos de recordar que la Biblia —sobre
todo el antiguo testamento— está escrita en un lenguaje jurídico. Si nos
trasladamos al mundo de las leyes, justicia es el aplicar la ley sin hacer
acepción de personas y que cada quien reciba la condena o el castigo previamente
estipulado cuando se incumple una ley. El viejo testamento, en especial la
sección conocida como la ley —el pentateuco (génesis, éxodo, levítico, números
y deuteronomio)— se conforma de un conjunto de leyes para la convivencia del
pueblo judío donde estipula el castigo correspondiente a cada falta.
Según los expertos de la ley, ésta está
compuesta por más de 600 mandamientos. Por lo tanto, se trata de un conjunto legal
extremadamente difícil de cumplir si no es que imposible, así que cualquier se humano
que se rigiera bajo este código legal, inevitablemente lo rompería en algún
momento, sin importar lo irreprensibles de sus actos o las buenas obras que
pudiera realizar:
Porque
cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace
culpable de todos.
(Santiago
2:10)
Entonces, bajo la perspectiva de la ley,
todos somos pecadores, porque todos en algún momento podemos infringirla en
cualquier momento de nuestras vidas, lo que nos constituye en seres injustos
delante de Dios —pues él fue quien dictó la ley—. Desde este punto de vista, podría
parecer que se trata de un Dios injusto, porque nadie es
capaz de agradarle bajo este código legal. Si además, tomamos en cuenta que el juicio a la humanidad llegó a la humanidad a causa del pecado
de un solo hombre, Adán, así la situación se ve más injusta (como se citó en al inicio de este texto)
Pero continuando con la lectura de estos
pasajes de romanos con los que abrimos, podemos notar que la justicia, es decir, el vernos delante
de Dios como personas que han cumplido toda la ley —sin que en realidad lo
hayamos hecho— es un don, es decir un regalo que Dios trajo a toda la humanidad
por medio del sacrificio de Jesús. Entonces, lo injusta e irracional que
pudiera verse la ley, lo injusto que en algún momento fue que el pecado llegara
a la humanidad por causa de un solo hombre pasó a convertirse en justicia.
por
cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús,
(Romanos
3:23-24)
Todos los seres humanos han trasgredido la
ley en algún punto, todos, han cometido pecado, así que el maravilloso regalo que
Dios trajo a la humanidad es el don de la justicia. Que fue traído gratuitamente
para todos sin importar el pasado. Así como el pecado llegó a la humanidad por
causa de Adán, ahora la justicia llega a causa de la obediencia del único que
es perfecto, para que ahora podamos reinar en vida por la abundancia de la
gracia y el don de la justicia.
Para muchos puede ser difícil de aceptar este
regalo de la justicia y sentir injusto que su vida valga lo mismo que la de un asesino o
un violador (justo en un artículo anterior explicamos por qué la salvación es por gracia), pero esto es la justicia, el que, con la única condición de
aceptar el sacrificio de Jesús, todos somos hechos justos delante de él. El regalo consiste en un
borrón y cuenta nueva.
Mary Carmen Olague
Comentarios
Publicar un comentario