SOMOS TEMPLO


SOMOS TEMPLO





Debido a la actual contingencia, muchos aspectos de nuestra vida han cambiando y si no, por lo menos, se han tambaleado. La situación, más para bien que para mal nos ha obligado a reflexionar y apreciar muchas cosas que antes dábamos por sentadas y, el congregarse no se escapa de ello. Muchos ya andamos extrañando la antigua normalidad dentro de la comunidad cristiana.


La pandemia cambió la forma de relacionarse con la congregación. En algunos lugares se transmitió el servicio tradicional en vivo vía Facebook o YouTube, otras congregaciones operaron ministrando personas a nivel individual, algunas trabajaron a menor capacidad, el zoom posibilitó que muchas células continuaran operando sin transgredir la sana distancia, mientas que el whatsapp se consolidó como herramienta de ministración pastoral. No juzgamos ninguna opción, simplemente apuntamos a un hecho indiscutible, la contingencia nos obligó a salir de la zona de confort.


Para muchos creyentes comprometidos, esta situación fue el pretexto perfecto para buscar más de Dios, aprovecharon el tiempo extra, si es que lo tuvieron, para leer más la palabra y dedicarse a la oración. Modificaron su relación con la congregación adaptándose a los nuevos esquemas propuestos por sus pastores; otros incluso, fueron más lejos y propusieron estrategias para colaborar.


Desafortunadamente, en otro tipo de creyentes creó una nueva zona de confort. La obligación de levantarse temprano los domingos desapareció, mientras que nos encontramos con una sobre oferta de predicaciones en la red, que desde antes de la pandemia se venía acumulando. Bastaba abrir Facebook desde el domingo temprano para encontrar un amplio catálogo de predicaciones digno de cualquier servicio de streaming. Se volvió fácil esquivar aquellas predicaciones llenas de exhortación y buscar aquellas que fueran más cómodas a los oídos.



¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

1 Corintios 3:16


Seamos de un tipo de creyente u otro, no debemos olvidar que somos templo del Espíritu Santo. Desde que aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador nos comprometimos a una relación que excede a las paredes de un edificio. Sí, la palabra de Dios nos pide que no dejemos de congregarnos como algunos tienen por costumbre (Hebreos 10:25) y si, encontraremos el cómo. Sin embargo, no debemos olvidar que la congregación, junto con los ministerios son una herramienta para nuestra edificación (Efesios 4:12) mientras que la relación que tengamos con Dios depende únicamente de nosotros, de cuánto tiempo dediquemos a estar con él.


Todavía nos encontramos con mentes tradicionales que consideran que la adoración a Dios se vincula exclusivamente al espacio físico. Por eso, cuando la samaritana se encontró con Jesús, le preguntó que si la adoración a Dios era en un determinado monte o en la ciudad de Jerusalén, cuál fue la respuesta:


Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

Juan 4:23-24


La adoración no depende de un lugar, sino de la conexión que tú desarrolles con Dios en tu espíritu. El congregarte, el escuchar una predicación, definitivamente te darán herramientas para acercarte a Dios, pero de nada servirán si no se ponen en práctica en la intimidad, en el hogar, más allá de la tradición. Al estudiar el viejo testamento con cuidado, nos damos cuenta que los hombres del viejo pacto dependían forzosamente de un sacerdote o de un profeta para relacionarse con Dios, pues a causa del pecado no podían acercarse de forma personal. Ahora el velo se rompió y Cristo, por medio de su sacrificio, quitó todo lo que estorbaba para acercarnos a él...


y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Apocalipsis 1:6


Ahora nosotros también podemos ministrar de la Palabra de Dios en nuestras casas, porque somos simultáneamente sacerdotes y templo. No dejemos que los muros nos limiten.


Mary Carmen Olague

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