FE (Certeza y convicción)

FE
(Certeza y convicción)







Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Hebreos 11:1 


Hace un par de meses leí una frase que decía algo parecido a que "la fe es esperar en Dios confiando en que él hará lo mejor". De primer momento me pareció lindo el mensaje, efectivamente es una idea que descansa en la soberanía de Dios y en su poder. Sin embargo, reflexionando con mayor detenimiento, saqué dos conclusiones.


La primera, es que está definición le queda corta a la que es presentada en la misma Biblia, pues ella dice que la fe es "la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve". Es decir, tener fe sí significa esperar a que Dios hará lo mejor, pero no como una posibilidad sino como un hecho concreto, se trata de esperar en la plena seguridad de que él cumplirá sus promesas.


Pues eso es lo que nos enseña el onceavo capítulo de Hebreos. Seguido de la definición, viene múltiples ejemplos de personas que por la fe obraron no se quedaron de brazos esperando a que Dios hiciera algo, sino que obraron confiando en el respaldo que él les había dado en las misiones que se les habían asignado. De ahí que mi segunda conclusión sea que, esa visión de la fe puede dejar a los creyentes en un plano un tanto pasivo e incluso contemplativo, cuando eso no es lo que enseña la Biblia. Por ejemplo, al respecto Jesús enseñó:



Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

Mateo 21:21-22 


Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.

Mateo 17:20


El mismo Jesús nos mostró que la fe implica decisión y acción sin espacio a dudas. Con ello quiero decir, que no es malo esperar en la soberanía de Dios, finalmente él siempre es será quien es independendientemente de lo que hagamos, pero esa soberanía no puede ir en contra de lo que ya dejó dicho en su palabra. Y si en ella encontramos que la fe nos lleva a la acción, entonces ¿qué estamos esperando? Por eso nos delegó autoridad para hablar en su nombre y que pudiéramos hacer milagros como los que él hizo: 


De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.

Juan 14:12-14


No se trata de optimismo vacío ni de confesión positiva simplemente. Se trata del absoluto convencimiento y seguridad de que, en el nombre de Jesús descansa el poder de someter todo lo que está en el cielo, en la tierra y debajo de ella (filipenses 2:10), que su palabra es verdad y que aquel que la creyere y la confiese, la verá, sí o sí, cumplida en su vida. 


Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará? He aquí, he recibido orden de bendecir; Él dio bendición, y no podré revocarla.

Números 23:19-20


La fe implica estar convencidos y seguros de que todo lo que Dios ya ha dicho se cumplirá para aquel que no lo dude, para aquel que no solo lo espere como una posibilidad sino como un hecho. 


Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.

Santiago 1:6


Es posible que muchos al orar se pregunten si aquello que piden va conforme a la voluntad de Dios. Resolverlo es muy sencillo, simplemente hay que apegarse a la Biblia, único lugar donde quedó escrita su voluntad. Por ello, si queremos que nuestra fe se ponga en acción, debemos alimentarnos de la Palabra de Dios para que se despejen las dudas.


Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Romanos 10:17


Por su puesto, esto no es una garantía de una vida sin problemas, la actual contingencia que se vive a nivel mundial es una clara evidencia de ello. La enseñanza de los dos cimientos (Mateo 7:24-29) muestra que, tanto a creyentes como a incrédulos vienen los mismos problemas, la diferencia está en nuestro fundamento, porque aquellos que estamos cimentados sobre la roca, que es Cristo, tenemos los elementos para triunfar sobre las adversidades, para salir victoriosos de ellas. Así que no importa lo que veas en el mundo, ni los problemas que estén sucediendo, la fe puesta en Dios y en su palabra es suficiente para librarnos “(porque por fe andamos, no por vista);” (2 Corintios 5:7).


No dudes de la palabra de Dios. En ella Dios dejó inmensas promesas que son útiles para cada tipo de dificultad que se nos pueda presentar. Espera en que él siempre hará lo mejor, sí, pero también en que nos dejó autoridad en su palabra para que obremos con confianza.


Mary Carmen Olague




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