BUSCAR A DIOS EN LA ADVERSIDAD NO ES HIPOCRESÍA

BUSCAR A DIOS EN LA ADVERSIDAD NO ES HIPOCRESÍA


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La presente contingencia ha venido a demostrar, cuan vigente continúa la parábola de "Los dos cimientos" (Mateo 7:24-28). Efectivamente, tanto creyentes como no creyentes nos encontramos en medio de una tormenta que no pudimos evitar. Todos hemos sido sacudidos de una u otra forma por los problemas que este año se han presentado. Sin embargo, esto nos sirve para verificar sobre qué estamos cimentados y poner a prueba nuestros fundamentos.


He notado, sin alcanzar a entender con claridad cuál es la razón de todo esto, que algunas personas cuando se encuentran pasando por serior problemas se sienten hipócritas al buscar de Dios y prefieren alejarse. Tal vez por la culpa, y el érroneo pensamiento de que sólo deben acercarse a él los intachables. Sin embargo, eso está muy alejado de lo que Jesús enseñó:


Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. 

(Mateo 9:12)


En este pasaje Jesús dejaba claro quiénes verdaderamente tienen necesidad de él. Por eso cerraba esta enseñanza diciendo que venía a llamar a los pecadores al arrepentimiento, es decir, a aquellos que con mayor dificultad pueden denominarse como intachables. ¿Estás enfermo física o espiritualmente? Acércate a Jesús. ¿Has pecado, te sientes culpable? Él te llama al arrepentimiento para darte una mejor vida. Pero la solución está junto, no lejos de él.


Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

(Hebreos 4:16)


Sólo ante su trono podemos encontrar la ayuda que necesitamos en los momentos más difíciles. Antes de que Cristo muriera, el pecado no permitía que el hombre se acercara ante la presencia de Dios, pero gracias al sacrificio de Jesús, el velo que nos separaba de él se rompió y ahora, sin importar lo que estemos pasando, sabemos que podemos ante su trono en busca de ayuda.


He aquí, Dios es el que me ayuda; 

El Señor está con los que sostienen mi vida.

(Salmos 54:4)


Los problemas no deben ser la razón que nos separe de Dios sino el aliciente que nos lleve a buscar más de su presencia. Pues como dice el Salmo 108:12, vana es la ayuda del hombre, pero no la de Dios. A veces, nos refugiamos en amistades o en nosotros mismos cuando tenemos problemas y dejamos a Dios en último lugar. Es bueno tener con quien platicar, pero es mejor estar con él único que es nuestro ayudador, con el único todo poderoso, porque sólo él ha vencido a la muerte y al pecado y sólo Dios puede dar vida donde hay muerte.


Así como no nos viene ninguna tentación que no podamos resistir, y que con ella Dios manda la salida (1 Corintios 10:13), lo mismo sucede con la prueba. Este año de prueba ha sido para demostrarnos que podemos con problemas aún más fuertes de los que han llegado, pero sobre todo, pero sobre todo, para probar nuestra propia fe en Dios. Dándonos la oportunidad de poner toda nuestra confianza en él y en su palabra antes que en nosotros mismos.

 


Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.

(Juan 16:33)


Entonces, confiemos que en medio de la aflicción contamos con el único que ha vencido al mundo, en el único que ha vencido a la muerte y al pecado. No es hipocresía buscar de Dios cuando las cosas han salido mal, al contrario, es una muestra de sensatez buscar al único todopoderoso.





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