EL TRABAJO ES UNA BENDICIÓN (Dios bendice la obra de tus manos)

EL TRABAJO ES UNA BENDICIÓN 

(Dios bendice la obra de tus manos)

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No es casualidad que en el “Sermón del monte”, la primera prédica de Jesús al iniciar su ministerio, se haya tocado el tema del afán y la ansiedad (Mateo 6:25-34). Esta ha sido una preocupación presente en la humanidad a lo largo de toda su historia. De acuerdo con esta enseñanza, el afán y la ansiedad se producen cuando nos preocupa qué vamos a comer, vestir o beber. Es decir, cuando no estamos seguros de nuestra provisión ni de su origen. Pero Jesús enseñó que eso no nos debe preocupar a nosotros, porque así como en la naturaleza, Dios le provee tanto a plantas como a animales de sus propios recursos, a su tiempo también él lo hará con nosotros:


Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Mateo 6:32-33


Dios sabe de qué tenemos necesidad, incluso, desde antes de pedirlo. Pero la provisión no se trata de qué necesitamos, sino de qué andamos buscando. Si andas buscando con qué proveer tu alimento, tu vestido o tu bebida, encontrarás el afán y la ansiedad. Pero si te dedicas a buscar a Dios, entones, el alimento, la bebida y el vestido vienen solos, como una consecuencia de haberle buscado. ¡Qué gran bendición!


Esta enseñanza, no tendría que haber sido nueva para los judíos, pues en deuteronomio ya se les había dicho que si escuchaban la voz de Dios y ponían su palabra por obra, las bendiciones les alcanzarían (Deuteronomio 28:1-14). Es el mismo principio, el que busca de Dios no tiene que afanarse por buscar los recursos, sino que la bendición le alcanza, viene hacia él. Y entre las varias bendiciones que este pasaje enuncia, varias de ellas se relacionan con prosperidad financiera o estabilidad profesional:


Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.

Deuteronomio 28:3-5 


Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da.

Deuteronomio 28:8 


Y te hará Jehová sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Jehová juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas,

Deuteronomio 28:11-13 


¿Las bendiciones no te están alcanzado? ¿La obra de tus manos no es prosperada? ¿Siempre eres de los últimos? ¿Tus vienés no sobreabundan? Entonces necesitas buscar a Dios. Él siempre cumple su palabra y nunca nos abandona. El ser humano se empeña en buscar riqueza y prosperidad por su propia mano. Aunque, a veces, las puede encontrar por sí mismo, más esto no siempre resulta en bendición, baste ver los estragos que ocasiona el crimen organizado, sus integrantes derrochan en bienes, más nunca tiene paz. Porque sólo la riqueza que Dios da no añade tristeza (Proverbios 10:22) ni problemas. A Dios no sólo le interesa que tengas recursos, sino que quiere que disfrutes de ellos (Eclesiastés 2:24 y 3:13), que tú y tu familia puedan gozarse con el fruto de tu trabajo.



Desde la caída, Dios maldijo al hombre con su trabajo y, este, en vez de ser una bendición paso a ser una maldición (Génesis 3:17-19), traer provisión al hogar le costaría al hombre el sudor de su frente, es decir, seria un gran esfuerzo. Pero en su gran misericordia, Dios le dio una alternativa al pueblo de Israel, diciéndole, que si lo buscaban a él primero y a su palabra, su trabajo fructificaría para bien siendo de bendición, tanto en sus graneros como en sus animales, porque Dios bendeciría la obra de sus manos transformando así, la maldición en bendición.


Jesús vino a recodar eso, vino a decirnos que no tenemos de qué preocuparnos si dedicamos nuestro tiempo a buscar de Dios. Esto no significa que no tengamos que trabajar, sino que en Cristo ya no lo hacemos por necesidad ni por afán, sino para poder compartir con aquel que tiene necesidad (Efesios 4:28), para que la bendición que obtengamos por medio de nuestro trabajo pueda hacerse extensiva a las personas que nos rodean. Dios quiere que disfrutes de tu trabajo, de su resultado y que eso lo puedas compartir con otros.


Mary Carmen Olague 


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