EL PROBLEMA: LA POSIBILIDAD DE UN MILAGRO
EL PROBLEMA: LA POSIBILIDAD DE UN MILAGRO
La semana pasada escribía sobre los aprendizajes que nos
dejan los problemas. En resumen, mencionaba que si tenemos un corazón sensible,
las adversidades sirven para que no olvidemos que dependemos de Dios;
enfatizando que estas no son enviadas por él, ni le place tenernos por mártires.
¿Por qué regreso a este tema? Porque justo, esta semana fue mi oportunidad de
probar la teoría que plantee la semana pasada: el problema sirve para probar
nuestra fe.
Esta semana viví una situación, que vista con unos días
de distancia no parece tan grave, aunque, como suele suceder, en el momento se
me cerró el mundo. Necesitaba que se resolviera un trámite y no sólo el trámite
no avanzaba, sino que mi expediente se había perdido y mis datos no aparecían en
el sistema. La lógica natural, la humana, carnal y terrenal, me llevó a que
literalmente se me bajara el azúcar.
Es normal preocuparnos cuando las cosas no salen como
esperamos. Pero en el momento sólo tenemos dos opciones. Cuando las cosas se
nos salen de las manos, o renegamos, lloramos y nos preocupamos, o empleamos la
Palabra de Dios para fortalecernos y superar la adversidad. Naturalmente, mi
reacción inicial fue alterarme. Pero en un par de segundos, cuando razoné que ya
no había nadie con quien hablar de ello y que mis opciones se habían agotado, que
llegó mi celular una notificación, era la App de you versión con el versículo
del día que, por casualidad resultó ser este:
No temas, porque yo
estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
Isaías
41:10
Un
friendly reminder a mi fe. No se trataba de qué tan grave era el
problema ni de las implicaciones legales y económicas que la desaparición de
ese expediente pudiera tener. Tampoco de qué tanto podía yo hacer, ya que
humanamente había agotado todas mis posibilidades. Me di cuenta, que tenía
nuevamente la oportunidad de dejar que Dios obrara. Esto, por su puesto, es
condicional a nuestra voluntad. Él nunca trabaja en la vida de las personas de
manera forzosa. Sólo lo hace en aquellos que voluntariamente depositan su fe en
él, por eso nos dice la Palabra:
Pero sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que
le hay, y que es galardonador de los que le buscan.
Hebreos
11:6
La
fe no tiene que ver con creer que Dios, si quiere, puede obrar a mi favor. Sino
en estar plenamente convencido en que él lo hará si deposito mi confianza en él.
Así que, regresando a mi problema, decidí callarme. Callar esas ansias de
despotricar sobre la situación, que confieso, no fue sencillo. Sólo interrumpí
el silencio para ponerme a orar. Por su puesto, no funcionó instantáneamente,
porque me llevó un par de días llegar a normalizarme. Pero más allá de eso,
funcionó el poner mi confianza en Dios. Porque a los dos días me llegó un
correo electrónico en que, no sólo reconocía la existencia de mi expediente,
sino que el asunto se había resuelto favorablemente.
Así,
en un ejemplo sencillo de la vida cotidiana, reforcé la enseñanza que Dios me
ha dado en los últimos meses y, en especial, en los últimos días. Los problemas
son la perfecta oportunidad para que un milagro se manifieste. De lo contrario,
si se tratara de enfrentar siempre situaciones en nuestras fuerzas, con sólo aquello
que podemos manejar, entonces nos olvidaríamos de la existencia de Dios. Pero
el enfrentar adversidades nos recuerda, por un lado, la dependencia que tenemos
al Señor y a su Palabra y, por el otro, a confiar en que si le creemos, él
cumple, porque así lo prometió. Entonces, si en el futuro llegan problemas más
grandes, puedo confiar en que también vendrán milagros aún mayores.
Gracias Dios bendiga su vida y cualquiera que lea este comentario Dios es fiel!
ResponderEliminarGracias por bendesir mi vida con tan
ResponderEliminar